Alpargatas sí, libros también

La presencia del peronismo en la literatura argentina forma parte de una tradición que renueva textos y debates. La Feria del Libro de Temática Peronista, que se desarrolla este fin de semana, estimula un repaso por la ficción nacional. El escritor Juan Diego Incardona y la ensayista Natalí Incaminato aportan su mirada en torno a un vínculo tan rico como complejo, donde nuevas formas simbólicas mantienen la vigencia de un universo todavía potente.
El coronel deja sonar el teléfono. Ya borracho, orgulloso, herido. Esos roñosos, dice. Esos roñosos no saben lo que yo hice por ella. Y no dice más. Se refugia en la memoria, en algo parecido al sueño. Coronel, coronel ¿Dónde? ¿Dónde, coronel? Pero el coronel se pierde en la bruma de la culpa, del alcohol, de la que solo parece volver para decir, simple, derrotado: Es mía. Esa mujer es mía.

El coronel es Carlos Moori-Koening, uno de los responsables del secuestro y desaparición del cadáver de Eva Perón. La conversación es con el periodista y escritor Rodolfo Walsh. Esa mujer es Eva Perón. La charla ocurrió en 1961, cuando no se sabía dónde estaba el cuerpo. Nada de esto se dice en un texto que renunciará a ser una crónica periodística para convertirse en “Esa mujer” (1966), uno de los mayores cuentos de la literatura argentina.

Desde su nacimiento en 1945, el peronismo incomodó a las elites, convirtiéndose en “un hecho maldito” (figura de fuerte valor narrativo) para un país que bullía pero se mantenía rígido en sus privilegios. También, acaso sin proponérselo, sacudiría a la literatura nacional, que se poblaría de “roñosos”, “monstruos”, “casas tomadas”, “cabecitas negras” y “niños proletarios”.

La dicotomía peronismo/antiperonismo se expresaría fuertemente en el campo cultural. “Alpargatas sí, libro no”. Si se estaba con los alpargatas se adhería a la justicia social. Si era con las libros, con los valores culturales de la oligarquía. Así se cantaba en las calles. Así se repetía en los círculos intelectuales hegemónicos para leer al nuevo movimiento en términos de la civilización o barbarie sarmientina.

Pero el peronismo no sólo no sería un contraventor de los libros sino que se convertiría en una tradición literaria alimentada por autores, novelas, cuentos y poesías que estimularían la producción de ficción y propondrían lecturas de lo político y lo nacional que, setenta y cinco años después y con distintas actualizaciones, mantienen todo su vigor.

Arde la ciudad
“ ‘Alpargatas sí, libros no’ fue dicho en el contexto de un conflicto gremial estudiantil. No es una expresión de Perón ni de Evita. De hecho, la relación del peronismo con la cultura es más que cercana. El peronismo trascendió la política para ser parte de la cultura argentina”, dice a Télam Juan Incardona, escritor y crítico cuya obra puede leerse como parte de la tradición literaria que nace con el peronismo.

Y recuerda que “tanto Perón como Evita escribieron libros” y que “hay muchos escritores importantes, como Leopoldo Marechal, Rodolfo Walsh, Leónidas y Osvaldo Lamborgini o Aurora Venturini, sólo por mencionar algunos, que eran peronistas, publicaron libros y que hoy mantienen su vigencia”.

El peronismo tiene un vínculo muy fuerte con la cultura desde sus comienzos. En los años 40 y 50 son varios los cantantes de tango, compositores y letristas, actrices y cineastas, incluso músicos, muy cercanos al peronismo. Lo mismo sucedió con el deporte. “Al peronismo puede pensárselo como un movimiento de la cultura nacional y no solo como una fuerza política”, agrega Incardona.

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Redazione
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