La reforma semi presidencial propuesta por el nuevo Gobierno de ITALIA y su Premier Giorgia Meloni

En extrema  síntesis, habría un Jefe de Estado ( Presidente della Repubblica )  elegido directamente por los ciudadanos y al frente del gobierno según el modelo presidencial de Francia, capaz de poner fin a la inestabilidad política, que desacredita internacionalmente al Bel Paese, para que tanto que a los ojos del mundo aparece como uno de los “males endémicos de Italia”. Meloni es una política inteligente y muy intuitiva, con un poderoso bagaje de militancia partidaria inquebrantable, leal y consecuente y de perseverancia de ideas, entendió perfectamente que para sacarse de sí esas oscuras sospechas, que atemorizan a quienes temen un post era fascista que nos devuelve a todos a un pasado que merece la abjuración, conviene abrirse al diálogo “con todas las fuerzas políticas presentes en el Parlamento”, con el objetivo de conseguir la “mejor y más compartida reforma posible “, todo ello sin timidez ni chantaje alguno de “oposición previa”. Desde el punto de vista técnico, la FDI ( Fratelli D ITALIA )  avanza la hipótesis de revisar la Carta Constitucional  con introducir la disposición de la elección directa cada 5 años de un Presidente de la República que a la vez preside también el Ejecutivo (en todo caso ligado al reconocimiento de confianza por las Cámaras) y quien tiene la facultad jurídica de destituir a los ministros. Hoy no es posible. 

Además, el esquema de esta reforma, que reorganizariá nuestra Constitución ( la costituzione ITALIANA ) , y contemplaría la posibilidad de presentarse como candidatos a partir de los 40 años y ser reelegidos por una sola vez. Es obvio que la centroizquierda expresa su disidencia en este punto, recordando que este cambio fue propuesto y rechazado por la Cámara de Diputados ya en mayo pasado de 2022, porque estaba contenido en un proyecto de ley firmado por Meloni. Según la opinión del Cavaliere Berlusconi -algunos con un sano espíritu de provocación dicen que ya no es autoritario-, el automatismo natural en la aplicación de este renovado sistema llevaría a la dimisión de Sergio Mattarella como efecto inmediato de su aprobación. En verdad, las diferencias con la actual estructura constitucional serían sustanciales, dado que, examinada en detalle técnico, la nueva perspectiva de elección de los más altos cargos del Estado, imaginada por la FDI, vería al Presidente del Senado facultado para celebrar elecciones. consultas, por no hablar de las candidaturas que podría presentar un grupo parlamentario, doscientos mil electores o grupos de parlamentarios, eurodiputados y consejeros regionales; resultaría elegido el que en la primera vuelta alcanzare un sufragio igual al 50% + 1 de los votos válidos, o el que reuniere el mayor número de consentimientos en la siguiente vuelta entre los dos candidatos más votados. Pero “super Giorgia” no se detiene ahí.

Para garantizar que los italianos han estado clamando durante décadas, la transparencia de los partidos y formaciones políticas en la recaudación de fondos electorales habría impuesto una ley especial como condición previa, que no se olvida de regular otro problema más bien ignorado y tratado con desgana como una expectativa insignificante. desde las fuerzas políticas, especialmente de centro-derecha, la TV par condicio. En todo caso, los constitucionalistas empiezan a cuestionarse sobre las presumibles criticidades que podrían desencadenarse como consecuencia de un trastoque trascendental de los equilibrios construidos a lo largo de setenta años de vigencia de la Carta ( NDR: ah !!) . En particular, en el juego de pesos y contrapesos surge que el Presidente de la República en el diseño de la FdI seguiría representando la unidad de la Nación, representando la garantía de la independencia y control sobre la implementación y cumplimiento de la Constitución. No obstante, su papel se sumaría al coincidir con el de jefe de Gobierno, conservando la potestad de disolver las Cámaras; se le quitaría la presidencia del CSM, que debería ser asignada al primer presidente de la Corte de Casación. Seguiría al mando de las fuerzas armadas y asumiría la representación de Italia en el contexto europeo e internacional.

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Redazione
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